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Sonríe (Y llora, y enójate...)

12/27/2014

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Sonríe siempre. Se feliz.  Destapa la felicidad. Ten Optimismo. Busca tu  alegría. Gocemos esta  dicha. Que viva la risoterapia! . Escuchamos o leemos mucho de esto cada día. Y de hecho está muy bien esto de reirnos y procurar un estado de bienestar  que nos ayude un poco con nuestra vida. Pero la búsqueda, casi compulsiva de endorfinas que nos mantengan siempre felices puede ser un problema muy moderno y un poco complicado, especialmente si a estos coloridos mensajes que recibimos a diario se les suman otros como "No hay razón para estar triste", "Los hombres no lloran", "Tienes que estar bien, seca esas lagrimas", "No te hagas hígado". "¿Para qué te enojas?" y tantos otros que nuestros amigos, familia y colegas nos proporcionan, a veces desde la propia angustia de quien consuela y otras veces desde el amor o la costumbre. Cual sea su vía de ingreso  llegan a nuestra forma de afrontar la vida y como llegan de muchas partes, podemos internalizarlo como una verdad incuestionable que dice mas o menos así: Lo importante es reir y ser feliz siempre.


Pero no hay que olvidar que  el viaje por este mundo también incluye al estrés, pasamos por la tristeza, tenemos  dolor ( psíquico y físico), están  los usualmente paralizantes miedos, la frustración por lo injusto, y todos esos sentimientos pueden muy bien ser traducidos en lágrimas o enojo Y la gente sana sufre. El llanto esta bien. Y enojarse vale también . 

Las emociones, dicen los psicólogos son siempre adaptativas, osea que nos ayudan a sobrevivir. Y si la alegría nos hace sentir bien por si misma,  la ira nos prepara para luchar, hasta el miedo nos advierte de un riesgo. Y en cuanto a la tristeza, quien la sufra estará más atenta a los detalles y encontrará  todo un sistema para afrontar su problema. No esta huyendo, esta viviéndolo. Y cada golpe que se recibe hay que sentirlo para aprender de él . Cuando lo hacemos nos sentimos mucho mejor, pero si ahogamos el llanto o si reprimimos el enojo sólo logramos aumentar la presión y el desequilibrio y jamás podremos llegar a una idea clara, solo nos quedaremos masticándolo hasta enfermar. Como decía Casona "el llanto es tan saludable como el sudor, y más poético".



Personalmente, creo que hemos exagerado mucho con el tema de la autoestima, en este escenario globalizado del mundo exitoso y tan lleno de fórmulas mágicas. Y pensamos más en como debemos ser, antes que oir sinceramente hacia dentro e indagar introspectivamente sobre el verdadero como nos sentimos. Hemos reprimido la esencia personal en busqueda de la aprobación exterior. De vernos felices, por que la felicidad se ha vuelto el destino y el traje. Vivimos en tiempos donde la felicidad se busca, no se halla.  Por ello muchas veces, para no desentonar,  nos inventamos versiones perfectas, muchas veces frías, otras edulcoradas, generalmente despersonalizadas y siempre llevadas a un extremo de lo real.  Y por eso se exagera lo bueno, se niega lo malo que tenemos.


Cuando este delirio se lleva a un nivel  más elevado,  se toma como agresión el éxito o felicidad ajena y ya hasta buscaremos siempre culpar al otro por la falla que estaba en nosotros mismos. Se pone más importante el parecer que el ser. La mirada hacia el interior se oscurece. Y nada genuino se crea, sólo se representa un papel. Un papel mojado por el narcisismo.


Y ni siquiera es un plan eficiente, ya que sabemos en que medida las sonrisas forzadas, y la falsa felicidad afectan al estado de ánimo  Intentar suprimir los pensamientos negativos puede provocar que sean más persistentes. Los pospondremos mucho tiempo. Y eso , para ponerlo en idioma "global", disminuye la productividad. 


Entonces conviene empezar con nuestro cuestionario veraz: ¿Qué hay de malo en ser un llorón? . ¿Porqué un ser humano al que algo le golpeó en el amor propio no puede enfadarse? ¿Porqué queremos vivir en un mundo esteril, sin problemas ni dolor? La lógica de sólo sonreir a toda costa nos saca de la realidad. Mi abuelo era un cascarrabias y vivia feliz. Renegaba desde el alba por las noticias de la tele, y por lo mal que el mundo andaba, reía lo justo, pero al regresar a casa tenía y reflejaba una gran paz. Y es que llorar o enojarse son emociones tan buenas como reir, siempre que nos lleven a la armonía que produce la adaptación. Vivir un mundo de puras endorfinas es como un motor al que se le pone exclusivamente combustible. Si no se le aceita, limpia o ejercita, andará a media máquina y  tarde o temprano quedará averiado.


La felicidad no necesita actuarse, y  tanto los momentos dolorosos como fastidiosos tienen su finalidad. Hay que vivir cada emoción. Sin filtrarlas.  Mostrarnos completos puede producirnos sosiego y verdadera unión con las distintas partes de nuestro ser. Finalmente nadie es tan feliz como dice ser en su perfil de Facebook, y nadie tan exitoso como se muestra en su hoja de vida. Y porque cuando las emociones nos responden nos volvemos respetuosos dueños de nuestra propia existencia. 
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    Fernando Lamas

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